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La miel de abeja tiene mucha azúcar. ¡Ni probarla si estás a dieta!

No es recomendable para las personas diabéticas.

La miel es el mejor remedio natural para los constipados.

¿Qué hay de cierto en estas afirmaciones acerca del producto más popular de la colmena? ¿Y qué no es real?

Hemos querido comprobarlo con ayuda de la ciencia. Para perpetuar la verdad y acabar de una vez por todas con las críticas sin fundamento

Indagamos en los mitos, leyendas y verdades sobre la miel y te lo contamos todo en este artículo :).

Dos mitos muy extendidos sobre la miel que queremos comentar

Mito #1: ‘La miel es perjudicial para los diabéticos’ ‘La miel es muy energética y engorda’

¿Tiene la miel mucha azúcar? 

La respuesta es «sí». La miel de abeja tiene un alto contenido en azúcares, en especial fructosa y glucosa, y pequeñas proporciones de maltosa, sacarosa y otros azúcares. Estos azúcares naturales simples —el azúcar común o de mesa es un producto refinado, prácticamente 100 % sacarosa— representan junto con el agua, su otra sustancia principal, la mayor parte de su composición (revisión de estudios). 

Estos elevados niveles de glúcidos (carbohidratos o hidratos de carbono), nuestro combustible primario para obtener energía, la convierten en una gran proveedora de energía natural. 

Pero maticemos: la miel no es solo azúcar, y sería injusto juzgarla únicamente por su contenido en esta. Aunque su composición varía en función del tipo o variedad, es un edulcorante natural que generalmente incluye además, entre otros compuestos potencialmente beneficiosos para el organismo humano (revisión):

  • Proteínas y aminoácidos.
  • Vitaminas (vitaminas del grupo B, entre ellas ácido fólico; vitaminas A y C; vitamina E, y vitamina K).
  • Minerales (calcio, fósforo, hierro, magnesio, potasio o zinc).
  • Enzimas (amilasa, peróxido oxidasas, catalasa y fosforilasa ácida).
  • Flavonoides y polifenoles.

En total, más de dos centenares de componentes. Te contamos más en Propiedades y beneficios de la miel.

Mito #2: ‘La miel es perjudicial para los diabéticos’

Al contrario de lo que se suele pensar, la miel de abeja pura no solo NO es perjudicial para las personas diabéticas —no provoca picos de glucemia tan elevados como el azúcar—, sino que además es un sustituto del azúcar común que puede ayudar a prevenir y controlar tanto la enfermedad metabólica en sí como sus complicaciones. 

La miel es un agente antidiabético natural.

Esta —la miel pura de abejas, y no sucedáneos procesados— tiene efecto hipoglucémico, lo que significa que reduce y regula los niveles de glucosa en la sangre. Un efecto que los estudios atribuyen a algunos de sus minerales, a los flavonoides y ácidos fenólicos y (¡ojo al dato!) a la fructosa, uno de sus mencionados azúcares naturales.

Lo explicamos con detalle en otro post del blog donde hablábamos de la miel para la diabetes.

Afirmaciones históricas sobre la miel

‘La miel es buena para el resfriado y la tos’

La miel de las abejas tiene propiedades antiinflamatorias y expectorantes. Esto la convierte en un agente apiterapéutico natural para la tos y la garganta en adultos y niños —mira si no este artículo en El Confidencial: La miel es el mejor remedio para la tos de los niños (ver aquí)—, así como para tratar la bronquitis, el asma y otras enfermedades respiratorias. 

También ejerce acción antibacteriana y antiviral, o lo que es lo mismo, contra bacterias y virus patógenos. Y refuerza el sistema inmunitario.

Si es en compañía del própolis o propóleo, otro producto de la colmena y nuestro ingrediente base en Propol-mel, mejor aún. También «se lleva bien» con el limón (vitamina C)

Así pues, para la tos con mocos recomendamos usar jarabe con miel, própolis y limón. El espray bucal, para la tos seca o irritativa.

‘Lo mejor para la piel: mascarilla de miel, limón y aceite de oliva’

Bueno, no sabemos si es «lo mejor», pero te resumimos por qué la miel natural es buena para el cutis.

La miel de abejas tiene interesantes propiedades cosméticas, entre otras: propiedades antioxidantes —los fenoles y flavonoides ejercen una poderosa acción antiradicales libres y, por lo tanto, antienvejecimiento—, antiinflamatorias, astringentes, suavizantes y de cicatrización de pequeñas heridas o quemaduras en la piel. 

Además es antiséptica y desinfectante. Su actividad acuosa (valor de aw), pH ácido y contenido en peróxido de hidrógeno (más conocido como agua oxigenada) evitan el crecimiento de bacterias —razón por la cual la miel se conserva intacta durante tanto tiempo— y, por consiguiente, la infección de la herida por estos u otros microorganismos.

Todas estas propiedades beneficiosas para la piel, así como algunos consejos y trucos para aplicarla en el rostro aquí.

¿Y sabías que también la miel aporta beneficios al cabello?

‘La miel aumenta el vigor sexual y la fertilidad’

Aunque menos extendida que las anteriores, esta es otra de las afirmaciones que suelen hacerse sobre este producto apícola.

Veamos. Como hemos visto antes, la miel de abeja es rica en vitamina B, vitamina esencial para la producción de testosterona. Asimismo, tiene un alto contenido en óxido nítrico, una sustancia involucrada en la vasodilatación, lo que parece ayudar a favorecer las erecciones en hombres con impotencia o erección disfuncional. 

La investigación apunta a beneficios tanto en hombres como en mujeres con problemas relacionados con la infertilidad: mejora la calidad del esperma en ellos (estudio) y fortalece los ovarios y el útero en ellas (ensayo).

En definitiva, la «teoría» nos dice que este endulzante natural incrementa los niveles de testosterona y el recuento de espermatozoides, y mejora la fertilidad. La práctica… en fin, compruébalo por ti mismo/a 😉

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‘La viscosidad de la miel refleja su calidad’

La viscosidad per se no es indicativo de calidad. Tanto esta como el sabor, color y aroma de nuestra miel dependerán de múltiples factores: el origen geográfico, la fuente del néctar, las flores y plantas que las abejas «visiten», la pluviometría y humedad, la temperatura a la que se almacene o el tiempo que se conserve antes de usarla.

Para devolverla a su estado líquido, basta con ponerla un ratito al baño maría.

Del mismo modo, que la miel cristalice o tenga una capa espumosa por encima no quiere decir que se haya estropeado. 

La cristalización es un proceso natural que suele ocurrir cuando el producto se guarda durante mucho tiempo o se almacena a baja temperatura. La miel de abeja contiene en torno a un 20 % de agua, y cuando esta agua se satura, la glucosa se separa de ella y forma cristales. Lo segundo es debido a que las burbujas de aire tienden a subir a la superficie.

Nada de lo anterior altera el sabor ni el valor nutritivo de la miel. En cambio, sí lo hace pasteurizarla y/o calentarla. 

Las mieles convencionales están altamente procesadas y suelen someterse a elevadas temperaturas para evitar que cristalicen. Cuando se calienta, la miel se diluye y el peróxido (antiséptico) se destruye; la aw y la acidez dejan de ser efectivas para inhibir el crecimiento de bacterias. Estas mieles carecen de los nutrientes, enzimas y, por tanto, de las propiedades beneficiosas de la miel cruda, sin pasteurizar ni calentar.

Nuestra recomendación…

Sustituye el azúcar u otros edulcorantes artificiales por 2 o 3 cucharadas de miel al día. Pero cuida que sea miel de abeja pura, 100 % natural. 

Añádela a tus tés e infusiones, a tus postres o disuélvela en zumo, leche, bebidas vegetales, yogur, etc.

Por Elisabeth Lahoz

En nuestra Tienda online encontrarás distintas variedades y formatos de miel natural pura, y también caramelos con miel y jengibre. ¡Pruébalos!

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